PSICOANALISIS & LITERATURA




Comisión de Psicoanálisis y Literatura: 
Mariana Cairo, Deborah Lazzeri (responsable), Claudia Ryng y Carolina Saldivia




A modo de introducción                                                                                    

Deborah Lazzeri

Lo materno y lo femenino no son términos que se dejen atrapar fácilmente. Hemos tomado esta novela de A Nothomb como uno de esos casos en los que la literatura nos lleva por caminos que nos hacen reflexionar, preguntarnos, investigar. A sus 5 años de edad Diane, protagonista de la historia, nos dice: página 49: “ Mamá, lo he aceptado todo, siempre he estado de tu parte, te he dado la razón incluso cuando has cometido las más flagrantes injusticias, he soportado tus celos (…) Sólo me quisiste una vez, y entonces supe que no había nada mejor en el mundo (…) en señal de gratitud abres ante mi el abismo en que has caído, se diría que quieres que yo también caiga en él, pero no lo conseguirás…” El deseo materno abre un campo semántico teñido de gran ambivalencia, que al ser referido a la función materna, conduce al abordaje de los efectos de fascinación que genera la impronta de su omnipotencia en los primeros años de vida. Lacan parece vincular el estrago materno a una insuficiencia inherente a la función paterna para metaforizar el deseo de la madre. Esto puede ocurrir bajo múltiples aristas, sea porque su ley es eclipsada por la ley materna, o porque pese a que se interpone para que las fauces del cocodrilo no devoren su producto, estas aún conservan la facultad de cerrarse intempestivamente sobre el mismo, o bien, porque aunque el padre aporte respuestas parciales sobre los tipos ideales del sexo, el sujeto persiste buscando dolorosamente la sustancia de su ser en la relación con la madre. Ya en el Seminario IV “La relación de objeto” va a dilucidar las distintas versiones de la madre -la madre simbólica, la madre insaciable, la madre voraz y la doble madre en el amor y en el deseo-, para finalmente arribar en el Seminario V “Las formaciones del inconsciente” al concepto de Deseo-de-la-Madre, expuesto ahora como un significante que denota una función de estructura más allá del personaje que lo encarna. Sin duda, éste se presenta con una significación opaca y enigmática en el origen de la constitución del sujeto, una X ubicada en el registro de lo real, a la cual sólo la metáfora paterna viene a esclarecer parcialmente aportando la significación fálica como una suerte de interpretación, naturalmente insuficiente por ceñirse a lo simbólico, cuando el deseo de la madre en tanto mujer, hunde sus raíces en su goce en lo real. Por el lado de la madre lo estragante de este deseo está vinculado al capricho, pues es un deseo, siempre de otra cosa, de un poco más, de un más allá del falo. Por el lado de la hija lo que se observa es que en algunas mujeres hay algo del inconsciente que insiste en la repetición de ese desencuentro en la relación amorosa, ¿Por qué se repite?, el mismo padecimiento, la misma posición frente a la madre. Hay un intento de negar la castración, la no relación sexual y no se admite la imposibilidad de la solución fálica para domeñar ese goce de la madre. Es fundamental aclarar que los fenómenos clínicos del estrago obedecen y son abordados desde el punto de vista de la complicidad de goce del hijo respecto del deseo de la madre. En modo alguno se trata de culpabilizar a la madre, pues es responsabilidad del sujeto desasirse de esa influencia en pos de una separación. Esta relación fascinante y devastadora que establece Diane con su madre, nos da pistas sobre el estrago madre-hija A punto de dejarse morir en un accidente el encuentro con los dichos de un médico generan en ella un aferramiento a la vida de manera tal que la transforma. Entre la medicina y la poesía su corazón golpeado, maltrecho por el desamor y el rechazo materno palpita y encuentra su genio y su causa, su singular arreglo. A partir de la segunda mitad de la novela, Diane se convierte en la auténtica protagonista. Su familia, sus padres y sus hermanos aparecerán fugazmente en la nueva vida que ha elegido. Ella se instala en la casa de sus abuelos maternos y solo acudirá a su casa familiar los fines de semana para vivir unas angustiosas jornadas en las que la tensa relación con su madre se sobrelleva porque entre ambas el desinterés y la indiferencia se convierten en norma. Más tarde lo hará en la casa familiar de su mejor amiga. El verso de Alfred de Musset que da origen al título del libro la impulsará a estudiar cardiología en la universidad, donde se topará con una profesora llamada Olivia. Diane creerá encontrar ella la anhelada figura materna en la que volcará todo la admiración y el cariño que es capaz de dar para descubrir finalmente tras ella una desagradable sorpresa. Protegerá y cuidará a la hija de Olivia, a la que descubrirá tan desatendida por su madre como ella misma lo estuvo, y sufrió, en su día. Como podemos apreciar a lo largo de esta novela, de sencilla escritura, pero de gran profundidad en los temas que aborda, nos encontramos con mujeres, madres, hijas abuelas, en plural y una por una a la vez A. N. nos lleva por caminos en donde hay algo de lo materno y lo femenino que no puede generalizarse. Nuestra época, y en esto la literatura nos lo muestra con maestría, nos fuerza a ir más allá de la idea Freudiana que ubica la maternidad como una de las tres salidas del Complejo de Edipo proponiendo que una mujer a través de un hijo compensa su falta fálica. Como vemos puede ser para algunas  sí,  pero no para otras. Tempranamente Lacan separa a la mujer de la madre haciendo referencia a un goce específico más allá del falo. Es Golpéate el corazón un cuento de hadas moderno?. Hadas con problemas narcisistas que se desviven por ser envidiadas por todo el pueblo, superadas por los celos y que resultan odiosas para sus propias hijas?. Si a la luz de la Metáfora paterna con la que Lacan lee el Edipo freudiano el Deseo de la madre aparece mediatizado por el Nombre del Padre remitiendo a una división del Deseo de la Madre, y el objeto niño no lo sea todo para el sujeto materno y que el deseo de la madre diverja y sea llamado por un hombre, nos dice Miller en su artículo “El niño, entre la mujer y la madre” qué podemos decir de la relación de Marie y su hija Celia? Y Los hombres?,a la manera de los príncipes en los cuentos de hadas, parecen ocupar un lugar secundario. De esto nos hablarán Mariana, Carolina y Claudia



Diane y sus madres.

Carolina Saldivia

Suele decirse que madre hay una sola. Pero ¿podemos pensar que esto es así?  Me interesa tomar de la novela de Nothomb el personaje de Diane y como relata la relación de su madre con ella y con sus hermanos.

El embarazo de Diane rompió el encanto de Marie. Cuando se enteró de la notica el horror mismo, aquello que venía a romper sus planes de éxito, se vio en la obligación de casarse, plan que habría querido se llevara a cabo de otra manera. Durante su embrazo nunca pensó en el bebé, de haberlo hecho lo hubiera aborrecido. Dice Nothomb, “Una instintiva precaución quiso que viviera su embarazo como una larga ausencia”.  Del mismo modo vivenció el parto, fue un brusco regreso a la  realidad; se sintió estupefacta, el llanto de la criatura fue lo que la anotició que durante nueve meses había tenido alguien dentro suyo. No sintió nada. Sólo pudo pensar cuando vio a la niña que ya no era asunto de ella, que Diane sólo dependía de ella misma.

Diane siempre sintió ese rechazo de su madre, ella nunca la miraba a los ojos, el rostro de su hija le molestaba. Había dos momentos en el día para esta criatura, la mañana y la noche, que coincidían con la llegada de su padre, profundamente fascinado con su hija. Era allí cuando un baño de amor caía sobre Diane. A pesar de esto Diane sentía el vació cuando estaba sola con su madre. En una oportunidad y antes del nacimiento de su hermano; Marie producto de haber tenido un sueño que la hace despertar angustiada, abraza a su hija con mucho cariño por primera vez en años, Diane siente una dicha inmensa.

Sirviéndome del texto de Silvia Tendlarz Las mujeres y sus goces en el que toma algunos desarrollos de Lacan en torno a la maternidad, tales como “sentimiento de maternidad”, “la satisfacción natural e instintiva de la maternidad” y el “instinto materno”,  me pregunto si hay algo de natural e instintivo en esto de ser madre, algo de  luz nos trae sobre esto Nothom y su brutal descripción de la relación de Marie con su pequeña hija.

Nuevamente Marie se convierte en madre. Esta vez su mirada hacia esta criatura, a diferencia del rechazo visceral que sintió por Diane, fue de ternura. Diane se dio cuenta de la adoración de su madre por ese niño y comienza a ensayar un análisis acerca de la preferencia de su madre por los varones. Su padre es un hombre, por eso lo ama, “menuda pieza en el expediente” dice. Había observado que en presencia masculina su madre se comportaba de manera diferente, se mantiene erguida, es dulce y enérgica a la vez que hace comentarios de lo más singulares.

Otro asunto analizado Diane para entender este comportamiento materno eran los celos, que Marie los sentía tanto por hombres como por mujeres; pero sólo en el punto en el que ella no era mirada con envidia. Entra su hija en la serie de aquellos por los que siente celos.

Diane justifica a su madre, piensa que la quiere en secreto, de una forma diferente, y que no le demuestra su amor públicamente porque es una niña.

El niño no solo colma, sino que  también divide. Que divida es fundamental, y que la madre desee más allá del hijo también. Cuando el niño no divide, o cae como resto de la pareja parental o entra en una relación dual con la madre que lo ubica en el fantasma materno. 

  La metáfora paterna  remite a la división del deseo que impone que el niño en tanto objeto no lo sea todo para el sujeto materno. “Hay una condición de no-todo: que el deseo de la madre diverja y sea llamado por un hombre. Y esto exige que el padre sea también un hombre.”

Nuevamente la llegada de un hijo a la vida familiar abre el interrogante sobre la posición de Marie con respecto a este nuevo niño.  Diane rezaba porque este nuevo bebé fuera un niño, pensando en cómo su madre había recibido a Nicolás, sería mejor para todos y de ese modo su madre estaría más feliz.  

Nada salió como Diane lo imaginó, su madre tuvo una niña. Al contrario de lo esperado no estaba desbordante de felicidad, estaba exática, “…como una Virgen sujetando al niño Jesús “ Marie se mostraba delirante de alegría, besaba al bebé como si fuera a comérselo, parecía poseída, no dejaba de repetir cuanto la quería al punto de resultar una escena de lo más obscena. "No era metáfora: el exceso de amor de Marie por Célia evocaba el embeleso que experimentaban algunas santas del siglo XIII en el momento de recibir la hostia. Era gula sagrada”

Retomo el texto de Tendlarz, en el apartado La madre insaciable, dice que Lacan presenta en el Seminario 4 un triángulo hasta el momento inédito. La armonía madre-hijo queda a un lado, afirma que la madre nunca está a solas con el hijo: entre uno y otro siempre está el falo.  Al identificarse con el objeto del deseo materno el niño adquiere un valor fálico. El padre aparece aquí como otro término. El falo en este seminario es definido como significado, posee un valor imaginario que se introduce en la metonimia del deseo de la madre.

En el Seminario 5 aparece el término frustración, tanto para el niño como para la madre. El niño es frustrado de su objeto madre y la madre privada de su objeto, esto a través del padre. Esta privación es la que deberá aceptar o rechazar el niño, y la que le determinará su lugar en la estructura.

La versión lacaniana de la madre ya no es la de que sea “suficientemente buena” sino todo lo contrario, una madre feroz, insaciable y amenazadora en su omnipotencia sin ley.  Es lo insaciable de la madre lo que nos da la pista de su posición como mujer, a su tratamiento particular de la falta. Lo insaciable en el Seminario 4, lo voraz en el Seminario 5. “La madre es una mujer a la que le suponemos ya en la plenitud de sus capacidades de voracidad femenina”

 Esta novela nos permite pensar la posición materna,  Mari y su  posición frente a cada uno de sus hijos. Una hija objeto de rechazo, otro hijo como ¿síntoma de la pareja parental? , y otra como objeto a devorar. Podríamos decir entonces que si fuera natural se madre, todos los hijos ¿ocuparían el mismo lugar?  ¿Cómo incide lo femenino en la posición materna? ¿Esta posición determina el deseo materno? ¿Deseo materno es deseo de hijo?

 

 La perfidia de este amor...               

  Mariana Cairo           

Esta obra literaria nos presenta una descarnada historia de amor filial con personajes que encarnan sus diferentes dramas y nos ayudan a pensar cuestiones tales como: el deseo femenino, la maternidad, el amor, el rechazo, el lugar del padre y la familia.

En esta oportunidad, me interesa tomar el personaje de Marie (apodada la Diosa) y centrarme en el rasgo particular de los celos; tanto los celos provocados para causar la envidia de hombres y mujeres, como los celos generados por la presencia de su primera hija, Diane; en tanto la lleva a negarle toda manifestación de amor.  

Tomaré una cita de la autora: “..Existía una alegría aún más potente: consistía en provocar los celos de los demás. Cuando Marie veía como las chicas la miraban con dolorosos celos, disfrutaba de su suplicio”. Los celos aparecen como un modo de goce que la confirma como protagonista de la escena y centro de las miradas. Haciendo la diferencia entre el envidioso que desea algo que no posee, y el celoso que teme que le quiten lo que posee.

Esto me recuerda la referencia de San Agustín que Lacan (en “Los complejos familiares en la formación del individuo”)  toma sobre el pequeño celoso:  “..No podía sin palidecer, fijar su mirada en el amargo espectáculo de su hermano de leche”. Enfatizando que “el yo se constituye al mismo tiempo que el prójimo en el drama de los celos”. Está la predominancia de la mirada, los celos y la rivalidad que generan los sentimientos de destrucción sobre el otro. En la novela, Marie fue siempre una celosa de su hermana, a quien la hacia padecer a causa de esto. Los celos por lo general, encuentran una salida a lo social transformándose en una fraternidad (lo que yo no puedo tener que se distribuya a todos por igual).  

Luego en el desarrollo de la novela, Marie nos anoticia sobre su primer embarazo que resulta ser  una contingencia que pone fin a su ilusión, a todo lo que ella se había imaginado. Dice textualmente:  “Tengo veinte años y ya se acabó. Mi historia solo ha durado seis meses”. Ella nos cuenta sobre el rechazo que siente por este embarazo, solo consintiendo desde un lugar de deber, sin poder sentir nada amoroso hacia el bebé.   

Lacan en el seminario de La Relación de Objeto, nos habla sobre cómo se articulan los términos de la tríada: madre, falo, hijo.  Postula que a la madre le falta el falo, y es por esa falta que ella puede desear, pudiendo estar satisfecha, en la medida en que algo se lo proporciona. Esto quiere decir ese hijo viene al lugar de falo imaginario.

Marie no sintió nada, ni decepción ni alegría. Olivier era el vivo reflejo de todas las emociones que debería haber experimentado ella, éste toma a la niña y expresa: -Eres la niña más hermosa que he visto en mi vida!. A Marie se le heló el corazón.

Vemos como este personaje narcisista, no puede sentir ninguna emoción por su maternidad. Más bien se sitúa en el campo de la reinvidicación, pero sin posibilidad de satisfacción, sino como una exigencia desenfrenada. Esta es la vuelta que nos permite hacer Lacan a diferencia de Freud, que se situaba en la pérdida del objeto de amor. A partir de esto, podemos tomar a los celos como la expresión de la exigencia femenina de un significante que la represente. Los celos pueden ser sin límite, sin medida, evidencian la ausencia del límite fálico que hace a la condición femenina, y que la acerca a la erotomanía. La mujer celosa cree en el misterio de La Mujer, a la que no cesa de dar consistencia con sus sospechas. Por tanto, los celos están cada vez más del lado del goce femenino.

Los padres de Marie comentan: “Tiene unos celos enfermizos de su hija... no manifiesta ninguna ternura hacia la criatura”. Ellos sitúan los celos como la causa del desamor de Marie hacia la pequeña.

Por tanto se puede pensar en la posición de Marie como madre fálica, no mostrando su falta, ni tampoco dando el don de su amor.  En tanto, el don es símbolo del amor y por medio de un acto, se da o no se da. En esta historia se nos presenta a una niña que no obtiene de su madre, que fundamentalmente la rechaza, ni de su padre que solo tenía ojos para complacer a su mujer, un lugar en el deseo del Otro. La demanda de ser el falo de la madre la ubica en una posicion de abandonada, excluida por el Otro.  

Diane recordó las palabras de su abuela: “para instaurar su reino, los celos no necesitan ningún motivo”. Era verdad en el caso de su madre y también en el de Olivia!. Ambas madres que sentían celos de sus hijas mujeres, Marie buscaba ignorarla, Olivia la despreciaba. Pareciera que el espejo de esta relación les devuelve una imagen desprovista de un ideal que lo vuelva amable, de una satisfacción posible.   

Los celos producen la frialdad. La de Marie al enunciar: “ya no eres asunto mío, ahora dependes de ti misma”. La de Diane que la conviertie en una criatura desencantada cuya obsesión es no hundirse en el abismo. Los cuerpos se mantienen fríos, sin disfrute, solo una vez conocieron el abrazo.  Y el corazón? gélido.   

Por último, me interesa plantear la incidencia del deseo femenino en la maternidad, ¿siempre tiene el carácter de un estrago?.

Al respecto cito a Lacan en “El reverso del psicoanal.” donde plantea que: “El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual... siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre. No se sabe qué mosca puede llegar a picarle y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la madre... Hay algo tranquilizador es un palo de piedra que está ahí en la boca y eso la contiene  (falo) por si de repente, se cierra”. Sería la intervención paterna. Por tanto, podemos pensar que el estrago es una consecuencia de la relación primordial con el deseo del Otro materno en la constitución del sujeto.

La palabra que usa en francés es ravage que signifca: estrago, ruina, devastación. Pero también remite a “hacerse amar y hacer sufrir”. Esta ambivalencia paradójica y a la vez, fundante  nos permite intuir que, la relación fascinante y devastadora que se establece con el deseo de la madre, convierte al estrago materno en un asunto inherente al ser hablante.

Por tanto, se puede plantear al estrago materno como el reverso del deseo de la madre. Más allá de la erotización del cuerpo y el investimento narcisista del niño, revela un deseo de muerte que hunde sus raíces en lo real, al igual que el goce de la madre ignorado por ella misma.


                                                        Una simple pregunta

 Claudia Ryng

Como Dijo Pessoa: La literatura es la prueba que la vida no alcanza.

 En este tramo vamos a tomar acerca de los diferentes padres que aparecen en la novela y las figuras masculinas. ¿De qué lado han quedado ellos? Que papel han jugado en la vida para las elecciones de trabajo, relaciones amorosas, etc. ¿Cómo han podido armar su vida con o a pesar de ello?  ¿Existió la función de padre? ¿O más bien fue una carencia?

La paternidad no es biológica, es siempre simbólica. Debe haber una mediación a través de la cual un hombre, ya sea el genitor o no, reconozca a un niño como su hijo; y a la vez, el hijo debe reconocer al padre como tal y consentir su paternidad. Es necesario que el otro diga que sí, es necesario obtener su consentimiento.

La familia es un invento, una novela que cada uno realiza.

 El Nombre del Padre ordena, regula y prohíbe. Es una función que acota. Un mensaje de interdicción. Enunciar, limita algo de ese deseo sin ley más bien regido del capricho… Un capricho que sale del orden y la razón.

 Debería decir un “no”.

Diane acerca de su padre decía: Era un buen padre … quería profundamente a sus tres hijos y les demostraba su cariño. Pero sentía por su mujer un amor que lo cegaba: era incapaz de ver sus defectos y los sufrimientos que le infligía a Diane.

Este hombre que solo tenía ojos para su mujer, no veía nada mas

Aparece el marido de la Profesora Olivia Aubusson, Stalislav.  Papa de Mariel, El mutismo lo tranquilizó en el acto. El acostado sobre la cama, con los ojos abiertos y mirando el techo.

Un eximio investigador matemático, No solía decir a su esposa ningún halago. Es un padre excelente. Lleva a la escuela, vuelve a trabajar a casa y nunca se olvida de recogerla después de clase.

Una esposa con una carrera como profesora brillante.

La hija de ambos con dificultades en la escuela, a la cual Diane se acerca a ayudarla.

El nombre del Padre no es un ser, es un instrumento. Es un semblante, un significante que tiene la ventaja de permitir que entendamos algo de la relación entre significantes y significados.  Es una función que puede ser encarnada, pero a la cual uno se dirige.

Aquí el significante del NP tacha el deseo materno y priva a la madre del objeto de su deseo (que

es el falo), la priva de algo que ella no tiene. el que introduce la dimensión de la falta.

Diane tiene un accidente Vio como un camión se le venía encima.  .. no se apartó. extraña actitud de la chiquilla   El camionero la atropelló.  Olivier le dice: —Prométeme que a partir de ahora irás con más cuidado.

Cuando su padre se marchó, el doctor se acercó a examinar a la jovencísima paciente. ¿Quieres vivir o quieres morir?  —le preguntó con una extrema gravedad. Sorprendida, Diane abrió mucho los ojos. Sintió que la pregunta exigía una respuesta de verdad y se quedó pensando. Al cabo de un minuto, dijo: —Quiero vivir.

Este médico que ella logra escuchar. que trae de nuevo? ¿A qué lugar la ubica?

Sería médico. Observando y escuchando a la gente con atención, sondearía su cuerpo y su alma. Con una simple pregunta, había cambiado su destino, no solo porque ella había decidido vivir, sino también porque por fin tenía un objetivo: ejercer la misma profesión que aquel hombre.

Mis abuelos lo eran todo para mí.

Su amiga Elizabeth, que sus padres le dijeron serás como su hermana.

Personajes que la han acompañado cambiando un recorrido

  Una promesa para el futuro.

  “está permitido “. El concepto fundamental es el permiso es el permiso con buenas condiciones.

 La metáfora paterna le habilita al sujeto una relación con el deseo del Otro, en tanto que

le da al sujeto una respuesta sobre qué quiere el Otro de mí, sobre qué soy en su deseo y así como

también le da al sujeto la posibilidad de desear.  El padre debe encarnar la ley del deseo, a fin de actuar como mediador entre la madre y el niño. Y esto será en relación al deseo materno, humanizando el deseo materno.

Crear algo nuevo.

Es el Nombre del Padre el que abre del lado de la madre un deseo más allá y habilita al niño a desear.

Lacan plantea que es la madre la que puede permitir la entrada de esta palabra del padre.La madre que produce estrago es la que impide este movimiento hacia .al padre

 ¿Cómo se las arregla alguien sin el nombre del padre?

Y su hermana Celia la pequeña resultó ser insoportable en el parvulario, porque estaba acostumbrada a que nadie le pusiera límites. Ella decía: Mamá me quiere demasiado, nunca me deja tranquila. Me enferman sus besos. Luego de grande se marchó, tuvo un hijo al cual abandono con su madre. dejándole una carta: Puede que finalmente seas para mi hija lo que nunca fuiste para las tuyas: una buena madre.  

 El padre podría fallar en su operación, refiriéndose esto a aquellos casos en que, al faltar la mediación, el sujeto quede derivando su goce del lado materno. La función paterna es una función que no es vacía, porque alguien va allí alguien aparece cuando uno llama a un padre, alguien se levanta y hace semblante o no.

Recibir las marcas del Otro como significantes lo que asegura al semi -decir: una posición en la que el ser que habla esta subjetivado, no tanto por lo que dice, sino por el lugar desde donde lo dice y por el lugar desde el que es oído. Decir que no hay palabras es decir que no todo está dicho. No se trata de encontrar una nueva inscripción, sino que hay algo que se tiene que construir  una simple pregunta …   


                                                                                                                                                 


   

                                          Entre la esfera y el rectángulo: una  topología femenina
Deborah Lazzeri

 “Mi madre es una campesina urbana y yo soy la hija de mi madre”. Las protagonistas de “apegos feroces” Se llaman madre e hija, sin nombres propios. No son cada una sino el vínculo que han establecido.

“Nos damos cuenta de nuestra común incapacidad y nos convertimos en lo que realidad somos: dos mujeres con  inhibiciones sorprendentemente similares unidas en virtud de haber vivido una dentro de la esfera de la otra casi la totalidad de nuestras vidas” “Yo absorbía el tacto de sus palabras me empapaba de cada gesto con los que las adornaba”

Como de costumbre la hija ha quedado con su madre para caminar más tarde y decide salir sola  “para dar una vuelta a mi aire”, evadiendo las entrometidas interpretaciones de su compañía tan voluble. Entra a un museo y siente emoción  frente a las flores  de los cuadros de Nolde. Como si nunca las hubiera visto antes se le ocurre en relación a las flores: “un difuminado intenso y exuberante” , intuye la pasión del pintor, la clara y terca concentración del artista en el sujeto. Una imagen y un pensamiento: “el espacio que hay en mi interior aumenta de tamaño . Ese rectángulo de luz y de aire que hay en mi interior, donde el pensamiento se esclarece, el lenguaje brota y la respuesta se vuelve inteligente, ese famoso espacio rodeado de soledad, ansiedad y autocompasión se abre de par en par mientras contemplo las flores de Nolde” Pero un detalle: logra desechar una frase que la había incomodado y su espacio interno se mantiene expandido.

El rectángulo es un espacio corporal. Por momentos se agranda y por otros se achica. Por momentos se ve amenazado y por otros siente que nada puede tocarla, se siente a salvo, libre. Pero cuando pierde la batalla del pensamiento, el espacio se estrecha y el aire se contamina. Le cuesta respirar

Cada vez que va al encuentro de  madre,  “el piloto que hay en su interior empieza a parpadear, Sus muros se derrumban hacia adentro. Se le corta la respiración” Dice la hija: “Sentía que la energía se evaporaba de mi cuerpo”

Nos cuenta que durante el segundo año de su matrimonio, el espacio rectangular hizo su primera aparición en su interior. Eso la precipitaba a escribir.

“De pronto me di cuenta de que una imagen se había adueñado de mí: vislumbré con claridad su forma y su contorno. Las frases intentaban ocupar la forma. La imagen era la totalidad de mi pensamiento. En ese instante, sentí que me abría en canal. Mi interior se vació para dar cabida a un rectángulo de aire limpio y espacio despejado, que comenzaba en mi frente y terminaba en mis ingles. En el centro del rectángulo, solo mi imagen, esperando con paciencia para depurarse. Experimenté gozo cuando supe que nada más podría igualarlo. Ningún «Te quiero» del mundo podría tocarlo. Dentro de aquel gozo me sentía segura y erótica, emocionada y en paz, a salvo de cualquier amenaza o influencia. Comprendí todo lo que necesitaba comprender para poder actuar, vivir, ser”.

Un rectángulo, un espacio corporal, que no la llevaba al encuentro del amor, no obstante, impulsaba su deseo por la escritura.   “Lo amaba, de verdad lo amaba. Pero hasta cierto punto. Más allá de ese punto había algo opaco en mí que no cedía. Podía ver la opacidad. Podía palparla y saborearla”.

Sus fracasos con los hombres, plagados de inhibiciones, evasiones e insatisfacción la llevan hasta la consulta con una terapeuta quien interviene con un sentido a favor de un determinado ideal de mujer, la mujer casada, debe trabajar y amar, según las dos identificaciones entre las cuales se deslizó toda su vida, su madre y Nettie.

Un momento clave, apenas fallecido el padre, la hija toma una decisión que la marcará, internándola en la esfera.

 Luego de un encuentro confuso y pleno de erotismo  con Nettie, el terror apareció en forma de hormigueo. “ Si me internaba en la oscuridad con ella seríamos dos niñas solas. Los ojos de Nettie se volvieron opacos”. Corrió junto a la madre. “Dejé que mamá me estrujase contra su cálido regazo. No me resistí. Mi sitio estaba con mamá. Con ella la cosa estaba clara: me costaba respirar, pero me sentía segura”.

Es la esfera el espacio que se habita en el   estrago? Es el  rectángulo  un vacío, como modo de gozar en femenino?

 


                                                                Las mujeres y el amor

Mariana Cairo

En esta obra literaria me interesa abordar la temática del amor, en tanto se presenta de modo singular para cada personaje femenino que protagoniza la trama, la relación con el objeto amoroso de cada una podría considerarse en tanto, ideal sea como salvación o destino en la vida de una mujer, como lo imposible, o también como lo que no satisface.

Siguiendo a Mercedes de Francisco en su libro Un nuevo amor podemos decir que, la palabra anuda a los cuerpos de hombres y mujeres con sus distintas formas de gozar, pero vuelve imposible cualquier intento de complementariedad sexual. Por eso Lacan nos habla de la relación sexual imposible, pero no de un amor imposible. El amor es la suplencia de esta inexistencia, por eso tras la puerta del amor nos encotramos con la imposibilidad. ¿Qué nos lleva a elegir o a encontrarnos unos con otros? ¿Es posible que pueda surgir un amor distinto al que experimentamos anteriormente?. Fundamentalmente uno, que no se aliene en las improntas familiares, o que tienda al todo de la unión sin falla.

En el personaje de la madre se observa como ella es obligada por su marido a renunciar a su trabajo, que es considerado muy importante para ella, frente a la aparición de la maternidad. Ella se vuelve ama de casa y devota hacia la vida de casada, distinguiéndose frente a las demás mujeres como la felizmente casada. Cito un párrafo: “Él le pasaba el brazo por la cintura y ella se agarraba a él, como si le fuese la vida en ello, se aferraba como a un bote salvavidas y miraba a su alrededor para que todo el mundo viese lo feliz que era con su esposo”.

Dice la protagonista acerca de la transmición que le hace su madre: “No existía el amor como tal, solo el Amor. Un sentimiento elevado, de naturaleza espiritual y tinte moral. En la vidad de una mujer lo más importante era el amor”. Funciona como ideal y destino.

En esta cuestión encontramos diferencias entre los personajes: La madre se presenta como aquella que posee el amor de un hombre, el don del amor. La protagonista nos dice: “El amor que le profesaba mi padre, no sólo compensaba el hastío y la ansiedad que sentía mi madre, sino que era la causa de ambos”. (p.20) Por eso tras la muerte del marido guardar luto se convirtió en su ocupación, su identidad. La vida perdió sentido, se volvió insoportable sin su amor.

Nettie, la vecina que soñaba con novelas rosas donde un hombre venía a salvarla o encontraba dinero que ponía fin a sus problemas. Pero en su vida ella se mantenía a resguardo de una relación amorosa, buscaba sin cesar gozar con los hombres, pero no amarlos.  

Y luego la protagonista que nos dice que nunca fantaseaba ni con dinero, ni con amor, sino que su sueño era dar discursos elocuentes que movieran a miles de personas a sentir la vida y a actuar(p.39). Su sueño era ser una mujer activista, comprometida en la lucha y debate de ideas. Con esta disyuntiva se nos presenta: hacer algo en contraposición a la vida vacía de su madre, pero sin poder renunciar a ese ideal de un amor absoluto.  

“Todas éramos estrellas o gruopies”- refiere-. Las primeras se sublevaban contra el destino impuesto, pero no podían apartarse de él,  las otras aspiraban a conseguir marido y seguir los mandatos. Ella quería ser estrella; en tanto, su madre le reprochaba: “ ¿Por qué no eres capaz de encontrar a un buen hombre que te haga feliz?”.

Esta pregunta por el partenaire resulta muy interesante para situar, con quién ella juega su partida.

La protagonista sostiene que se las arreglaba para encontrar hombres con los que nunca alcanzaba la satisfacción plena y solo si el control recaía de su lado podía sentir amor, aunque toma el sesgo de una decepción. Esto es señalado por su marido Stefan, que  le dice que da igual lo que haga porque nunca le va a parecer bien, sintiendo que él no es el adecuado.

De allí podemos tomar la definición de Lacan sobre el amor como “dar lo que no se tiene”, lo que supone que la demanda de amor de uno se dirige al “no tener del otro”, paradójicamente. La demanda “ámame” no se dirige a nada de lo que el otro podría tener. Se dirige al otro en su indigencia y requiere del otro asumir esa indigencia.

Por eso el amor supone el encuentro en el partenaire de los síntomas. Sabiendo que en ningún caso el Otro es el partenaire fundamental del sujeto, ni la Otra persona. Muy por el contrario, es algo de si mismo: su imagen, su objeto a, su plus de gozar y fundamentalmente, el síntoma.

Una mujer no logra soportar lo que dice su hombre, su parteneire de la vida; así como tampoco logra soportar lo que dice su madre.

El parteneire tiene muchos rostros, es multifigural y es una instancia con la cual el sujeto está ligado de una manera esencial. Por un lado no lo soporta, por otro goza repetitivamente de eso, por eso tiene el parteneire tiene estatuto de síntoma.   

La protagonista nos cuenta que la relación con su madre no es buena y que tiene la sensación de que empeora con el tiempo. Describe: “Estamos atrapadas en un estrecho canal de familiaridad, intenso y vinculante”. (p10). Pero su madre le hace saber que su destino es vivir sabiendo, “que no bastas para sanar mi vida de sus carencias”. Entonces  al sujeto le cabe la responsabilidad de su goce, en tanto cada una eligió quedarse y en el caso de la hija, seguir esperando el reconocimiento.

 

                                                                     Un paseo por Manhattan….

Carolina Saldivia

Vivian Gornick nació en el Bronx en 1935, en un hogar pobre y obrero, hija de padres socialistas; graduada de la Universidad de Nueva  York en el año 1960. En 1969 llegó a la redacción del Semanario alternativo The Village Voice donde narró las sacudidas del feminismo radical. El periodismo que ejercía hablaba desde las barricadas del movimiento, y con atinada puntería supo trasladar esa visión a la crítica literaria.

Gornick escribe sobre sus experiencias de vida, que relata en primera persona. Una de sus obras de referencia es Apegos feroces; publicado en español 1996, considerada un clásico del memorialismo  estadounidense. En la obra reconstruye su infancia en un bloque de edificios de familias judías del Bronx junto a dos viudas que marcan su vida. Su madre, una mujer terca e inteligente que dedica toda su energía al cuidado de su familia, coloca al amor en el centro de su existencia renunciando a cualquier otro ideal; pero que ante la prematura pérdida de su esposo se sume en un amargo e interminable duelo. Por otro lado Nettie, la joven vecina apasionada, inexperta y dependiente, viuda y madre de un niño pequeño, que sólo se siente segura frente a los hombres, se sabe sensual; frente a la viudez toma el camino contrario encontrando en el sexo una herramienta de poder.  Estas figuras protagónicas son las que representan modelos que Gornick desea y detesta encarnar y que son los que determinaran su relación con los hombres, el trabajo y otras mujeres durante el resto de su vida.  Los recuerdos infantiles se intercalan con fuertes discusiones entre una Gornick adulta y su madre ya anciana en sus paseos semanales por Manhattan; paseos colmados de reproches, recuerdos y complicidades, en los que se puede leer la lucha de una hija por encontrar su propio lugar en el mundo.

En una entrevista que le realizaron en un diario español Vivian dice  “ Me sorprendió cuántas personas con vidas tan diferentes a la mía se enamoraron de mi libro y se vieron identificadas. Lo tomé como un logro. Si bien eran los primeros días del feminismo y me pedían hablar sobre madres e hijas, yo no quería, quería hablar de mi madre y de mí como hija.  

La segunda ola del feminismo en Estados Unidos comprende desde principios de la década del 1960 hasta los años 1980. El movimiento tuvo una importante influencia en el mundo occidental impulsando un reclamo en torno a los derechos más allá del derecho al voto reclamado por anterior movimiento sufragista de la llamada primer ola. Es dentro de este desarrollo del pensamiento feminista que podemos ubicar esta obra, nueva ola del feminismo que  incorpora al debate  temas tales como la sexualidad, la familia, el trabajo, los derechos reproductivos, las desigualdades de facto y desigualdades legales. Esta segunda ola también llamó la atención sobre los problemas de la violencia doméstica y la violación conyugal, creó centros de acogida y refugios para mujeres maltratadas e introdujo cambios en las leyes de custodia y divorcio. Se crearon "librerías de mujeres", uniones de crédito y restaurantes como los espacios de encuentro clave y motores económicos del movimiento.

Los feminismos no son nuevos, son signos de la época de lo que se ha dado en llamar desde hace ya mucho tiempo del Otro que no existe.

“La época enmarca modalidades de goce que nos interrogan e invitan como psicoanalistas del Nuevo siglo, a hacer el esfuerzo epistémico, clínico y político, de responder con las herramientas que están al alcance del psicoanálisis….  ” Paula Rodríguez Acquarone, Flores malsanas, en Feminismos, Variaciones y controversias.

“El psicoanálisis  desde sus comienzos se ha interesado por la femineidad.  Iluminó la dificultad tanto para las mujeres como para los hombres  de identificarse con lo femenino en tanto es un enigma para el parletre. La femineidad es algo a inventar. Cada uno se la inventará a su modo. Modo que irá de la mano de esa manera de gozar.  

Cito a Raquel Vargas en su texto Feminismo (s) y Psicoanálisis, ¨ Las diferentes formas del feminismo trazan una acción política. Se trata de un movimiento que surge en  la civilización. La misma que desde sus comienzos trató de controlar a las mujeres. Fueron ellas las que hablaron y soñaron con sus cuerpos el conflicto que suscita la sexualidad y la disyunción de la función reproductiva. Freud las escuchó y a partir de ahí fundó un  discurso, el del inconsciente.  ¨

 

                                          Entre el silencio y la mirada, el olvido de un deseo

Claudia Ryng

Mamá ¿alguna vez se te ha ocurrido preguntarte porque te quedaste callada cuando Sol intento seducirte?

Guardar luto por papá se convirtió en su ocupación, en su identidad, ante el mundo.

Tu madre idealizó un matrimonio y cuando este la dejó… Rellena tú el espacio en blanco.

 La cocina, la ventana y el callejón. Ahí dentro resultaba lista, graciosa y enérgica; podía ejercer su autoridad y causar impresión. Sabía que existía otro mundo —el mundo—, y a veces pensaba que quería ese mundo.

«Créeme, si no quisiera a tu padre», o, «Créeme, si no fuera por el amor de tu padre». Hablaba abiertamente de lo mucho que había odiado dejar de trabajar tras su boda.

 Pequeños fragmentos que describen el personaje de la madre, un silencio que fue cubriendo momentos de su vida. La juventud, el mundo laboral, su independencia, sus luchas ideológicas. Un silencio que fue callando sus deseos. Convertirse en una excelente ama de casa fue la salida que pudo encontrar, y asi intentar darle un brillo a su opaca vida.

El deseo posee un carácter problemático y ambiguo, tiene que ubicarse entre el llamado a la satisfacción y la demanda de amor. No es fácil para el sujeto separarse de su propia demanda, de la que se hace a sí mismo como sujeto. Esta no es más que demanda del Otro que ha sido internalizada y le impide el acceso a su deseo.

 Para la hija la maternidad no fue un motivo suficiente de afirmación para su existencia.  Nettie, como pronto se comprobó, no tenía dotes de madre. Muchas mujeres carecen de ellas.

La mujer se define más allá de la madre, sin embargo, en muchos casos la maternidad consumaba a la mujer. Para Freud elaboraba su Edipo la sexuacion femenina se consumaba en la maternidad. Para Lacan el lugar de la madre es un lugar de goce con un objeto.

 La feminidad se escurre, se escurre del significante, se escurre del falo, se escurre del campo del Otro. ¿Qué es lo que ella esconde? Hay algo indecible que se hace presente. La histérica cede la posición femenina a alguna otra mujer que encarna para ella el misterio de la feminidad.

 Para Freud la anatomía no es solo el destino donde confluyen las identificaciones del hombre y la mujer, es un obstáculo que escapa de la sexualidad y que, en el caso de la mujer, se presenta bajo el signo de un indecible malestar

“Durante un año se portó bien —solía señalar—. Y luego se puso a hacer la calle” (sobre Netie)

“La consideraban provocativa, sugerente y tentadora.  No es lo que lleva puesto, comentaba una vecina, es cómo lo lleva. No es lo que dice, sino cómo lo dice. No es la cara que pone, es la cara que tiene. Ninguna de las mujeres del barrio caminaba como ella. “

 La vida sexual de una mujer encierra aun un problema y un enigma; es el modo de decir que hay un imposible de saber referido a la sexualidad femenina. La feminidad se escurre, se escurre del significante, se escurre del falo, se escurre del campo del Otro. En cada recorrido femenino, encontramos esta búsqueda de lo que lo es o lo tiene.

La feminidad no hay manera de ubicar en ninguna parte, constituyendo un verdadero enigma. El sujeto histérico se caracteriza por no encontrar un lugar en el mundo.

Nettie despertaba un interés para la madre como la Otra (mujer). ella si sabe aceptarse como objeto de deseo y de goce de un hombre. Y ella cree como en la histeria que esta Otra mujer tiene la respuesta a que quiere una mujer?