El deseo y su interpretación

¿Qué demuestra Lacan? Que el deseo no es una función biológica, que no está
coordinado con un objeto natural, que su objeto es fantasmático. Por este hecho, el
deseo es extravagante. Es inasequible a quien quiera dominarlo. Hace jugarretas. Pero
también, si no es reconocido, fabrica el síntoma. En un análisis se interpreta, es decir, se
lee en el síntoma el mensaje de deseo que oculta.

Si, por un lado, el deseo confunde, por otro, suscita la invención de artificios que hacen
las veces de brújula. Una especie animal tiene su brújula natural, que es única. En la
especie humana, las brújulas son múltiples: montajes significantes, discursos. Ellos
dicen lo que se debe hacer: cómo pensar, cómo gozar, cómo reproducirse. Sin embargo,
el fantasma de cada uno permanece irreductible a los ideales comunes.
Hasta una época reciente, nuestras brújulas, tan diversas como eran, indicaban el mismo
norte: el Padre. Se creía que el patriarcado era una invariante antropológica. Su
declinación se ha acelerado con la igualdad de condiciones, la ascensión en potencia del
capitalismo, la dominación de la técnica. La edad del Padre está llegando a su fin.
Otro discurso está en vías de suplantar al antiguo. La innovación en el lugar de la
tradición. La red antes que la jerarquía. El atractivo del futuro puede más que el peso del
pasado. Lo femenino se anticipa a lo viril. Allí donde había un orden inmutable, flujos
transformacionales replantean incesantemente todo límite.
Freud es de la edad del Padre. Hizo mucho por salvarlo. La iglesia ha acabado
advirtiéndolo. Lacan siguió la vía abierta por Freud, pero ella lo condujo a plantearse
que el Padre era un síntoma. Lo demuestra aquí con el ejemplo de Hamlet.
Lo que se ha retenido de Lacan —la formalización del Edipo, el acento puesto sobre el
Nombre-del-Padre— no era más que su punto de partida. Ya en el Seminario VI se
modifica: el Edipo no es la única solución del deseo, solo es su forma normalizada; esta
es patógena; ella no agota el destino del deseo. De allí el elogio de la perversión con el
que termina el volumen. Lacan le da el valor de una rebelión contra las identificaciones
que aseguran el mantenimiento de la rutina social.
Este Seminario anunciaba «la transformación de los conformismos instaurados
anteriormente, incluso su estallido». Estamos aquí. Lacan habla de nosotros.

Jacques-Alain Miller