Director Gerardo Arenas
Responsable Local Verónica Pagola
Responsable adjunta y Responsable de Biblioteca AUKIN Helga Rey
Tesorera Julia Albano
Docentes locales Deborah Lazzeri, Violeta Paolini, Azucena Zanón, Verónica Pagola, Mónica Squillacioti y Helga Rey
Visitanos
PSICOANALISIS & LITERATURA
A modo de introducción
Deborah Lazzeri
Lo materno y lo femenino no son términos que se dejen
atrapar fácilmente. Hemos tomado esta novela de A Nothomb como uno de esos
casos en los que la literatura nos lleva por caminos que nos hacen reflexionar,
preguntarnos, investigar. A sus 5 años de edad Diane, protagonista de la
historia, nos dice: página 49: “ Mamá, lo he aceptado todo, siempre he estado
de tu parte, te he dado la razón incluso cuando has cometido las más flagrantes
injusticias, he soportado tus celos (…) Sólo me quisiste una vez, y entonces
supe que no había nada mejor en el mundo (…) en señal de gratitud abres ante mi
el abismo en que has caído, se diría que quieres que yo también caiga en él,
pero no lo conseguirás…” El deseo materno abre un campo semántico teñido de
gran ambivalencia, que al ser referido a la función materna, conduce al
abordaje de los efectos de fascinación que genera la impronta de su
omnipotencia en los primeros años de vida. Lacan parece vincular el estrago
materno a una insuficiencia inherente a la función paterna para metaforizar el
deseo de la madre. Esto puede ocurrir bajo múltiples aristas, sea porque su ley
es eclipsada por la ley materna, o porque pese a que se interpone para que las
fauces del cocodrilo no devoren su producto, estas aún conservan la facultad de
cerrarse intempestivamente sobre el mismo, o bien, porque aunque el padre
aporte respuestas parciales sobre los tipos ideales del sexo, el sujeto
persiste buscando dolorosamente la sustancia de su ser en la relación con la
madre. Ya en el Seminario IV “La relación de objeto” va a dilucidar las
distintas versiones de la madre -la madre simbólica, la madre insaciable, la
madre voraz y la doble madre en el amor y en el deseo-, para finalmente arribar
en el Seminario V “Las formaciones del inconsciente” al concepto de
Deseo-de-la-Madre, expuesto ahora como un significante que denota una función
de estructura más allá del personaje que lo encarna. Sin duda, éste se presenta
con una significación opaca y enigmática en el origen de la constitución del
sujeto, una X ubicada en el registro de lo real, a la cual sólo la metáfora
paterna viene a esclarecer parcialmente aportando la significación fálica como
una suerte de interpretación, naturalmente insuficiente por ceñirse a lo
simbólico, cuando el deseo de la madre en tanto mujer, hunde sus raíces en su
goce en lo real. Por el lado de la madre lo estragante de este deseo está
vinculado al capricho, pues es un deseo, siempre de otra cosa, de un poco más,
de un más allá del falo. Por el lado de la hija lo que se observa es que en
algunas mujeres hay algo del inconsciente que insiste en la repetición de ese
desencuentro en la relación amorosa, ¿Por qué se repite?, el mismo
padecimiento, la misma posición frente a la madre. Hay un intento de negar la
castración, la no relación sexual y no se admite la imposibilidad de la
solución fálica para domeñar ese goce de la madre. Es fundamental aclarar que
los fenómenos clínicos del estrago obedecen y son abordados desde el punto de
vista de la complicidad de goce del hijo respecto del deseo de la madre. En
modo alguno se trata de culpabilizar a la madre, pues es responsabilidad del
sujeto desasirse de esa influencia en pos de una separación. Esta relación
fascinante y devastadora que establece Diane con su madre, nos da pistas sobre
el estrago madre-hija A punto de dejarse morir en un accidente el encuentro con
los dichos de un médico generan en ella un aferramiento a la vida de manera tal
que la transforma. Entre la medicina y la poesía su corazón golpeado, maltrecho
por el desamor y el rechazo materno palpita y encuentra su genio y su causa, su
singular arreglo. A partir de la segunda mitad de la novela, Diane se convierte
en la auténtica protagonista. Su familia, sus padres y sus hermanos aparecerán
fugazmente en la nueva vida que ha elegido. Ella se instala en la casa de sus
abuelos maternos y solo acudirá a su casa familiar los fines de semana para
vivir unas angustiosas jornadas en las que la tensa relación con su madre se
sobrelleva porque entre ambas el desinterés y la indiferencia se convierten en
norma. Más tarde lo hará en la casa familiar de su mejor amiga. El verso de
Alfred de Musset que da origen al título del libro la impulsará a estudiar
cardiología en la universidad, donde se topará con una profesora llamada
Olivia. Diane creerá encontrar ella la anhelada figura materna en la que
volcará todo la admiración y el cariño que es capaz de dar para descubrir
finalmente tras ella una desagradable sorpresa. Protegerá y cuidará a la hija
de Olivia, a la que descubrirá tan desatendida por su madre como ella misma lo
estuvo, y sufrió, en su día. Como podemos apreciar a lo largo de esta novela,
de sencilla escritura, pero de gran profundidad en los temas que aborda, nos
encontramos con mujeres, madres, hijas abuelas, en plural y una por una a la
vez A. N. nos lleva por caminos en donde hay algo de lo materno y lo femenino
que no puede generalizarse. Nuestra época, y en esto la literatura nos lo
muestra con maestría, nos fuerza a ir más allá de la idea Freudiana que ubica
la maternidad como una de las tres salidas del Complejo de Edipo proponiendo
que una mujer a través de un hijo compensa su falta fálica. Como vemos puede
ser para algunas sí, pero no para otras. Tempranamente Lacan
separa a la mujer de la madre haciendo referencia a un goce específico más allá
del falo. Es Golpéate el corazón un cuento de hadas moderno?. Hadas con problemas
narcisistas que se desviven por ser envidiadas por todo el pueblo, superadas
por los celos y que resultan odiosas para sus propias hijas?. Si a la luz de la
Metáfora paterna con la que Lacan lee el Edipo freudiano el Deseo de la madre
aparece mediatizado por el Nombre del Padre remitiendo a una división del Deseo
de la Madre, y el objeto niño no lo sea todo para el sujeto materno y que el
deseo de la madre diverja y sea llamado por un hombre, nos dice Miller en su
artículo “El niño, entre la mujer y la madre” qué podemos decir de la relación
de Marie y su hija Celia? Y Los hombres?,a la manera de los príncipes en los
cuentos de hadas, parecen ocupar un lugar secundario. De esto nos hablarán
Mariana, Carolina y Claudia
Carolina Saldivia
Suele decirse que madre hay una
sola. Pero ¿podemos pensar que esto es así? Me interesa tomar de la novela de Nothomb el
personaje de Diane y como relata la relación de su madre con ella y con sus
hermanos.
El embarazo de Diane rompió el
encanto de Marie. Cuando se enteró de la notica el horror mismo, aquello que
venía a romper sus planes de éxito, se vio en la obligación de casarse, plan
que habría querido se llevara a cabo de otra manera. Durante su embrazo nunca
pensó en el bebé, de haberlo hecho lo hubiera aborrecido. Dice Nothomb, “Una
instintiva precaución quiso que viviera su embarazo como una larga
ausencia”. Del mismo modo vivenció el
parto, fue un brusco regreso a la realidad;
se sintió estupefacta, el llanto de la criatura fue lo que la anotició que
durante nueve meses había tenido alguien dentro suyo. No sintió nada. Sólo pudo
pensar cuando vio a la niña que ya no era asunto de ella, que Diane sólo
dependía de ella misma.
Diane siempre sintió ese rechazo
de su madre, ella nunca la miraba a los ojos, el rostro de su hija le
molestaba. Había dos momentos en el día para esta criatura, la mañana y la
noche, que coincidían con la llegada de su padre, profundamente fascinado con
su hija. Era allí cuando un baño de amor caía sobre Diane. A pesar de esto
Diane sentía el vació cuando estaba sola con su madre. En una oportunidad y
antes del nacimiento de su hermano; Marie producto de haber tenido un sueño que
la hace despertar angustiada, abraza a su hija con mucho cariño por primera vez
en años, Diane siente una dicha inmensa.
Sirviéndome del texto de Silvia
Tendlarz Las mujeres y sus goces en el que toma algunos desarrollos de Lacan en
torno a la maternidad, tales como “sentimiento de maternidad”, “la satisfacción
natural e instintiva de la maternidad” y el “instinto materno”, me pregunto si hay algo de natural e
instintivo en esto de ser madre, algo de
luz nos trae sobre esto Nothom y su brutal descripción de la relación de
Marie con su pequeña hija.
Nuevamente Marie se convierte en
madre. Esta vez su mirada hacia esta criatura, a diferencia del rechazo
visceral que sintió por Diane, fue de ternura. Diane se dio cuenta de la
adoración de su madre por ese niño y comienza a ensayar un análisis acerca de
la preferencia de su madre por los varones. Su padre es un hombre, por eso lo
ama, “menuda pieza en el expediente” dice. Había observado que en presencia
masculina su madre se comportaba de manera diferente, se mantiene erguida, es
dulce y enérgica a la vez que hace comentarios de lo más singulares.
Otro asunto analizado Diane para
entender este comportamiento materno eran los celos, que Marie los sentía tanto
por hombres como por mujeres; pero sólo en el punto en el que ella no era mirada
con envidia. Entra su hija en la serie de aquellos por los que siente celos.
Diane justifica a su madre,
piensa que la quiere en secreto, de una forma diferente, y que no le demuestra
su amor públicamente porque es una niña.
El niño no solo colma, sino
que también divide. Que divida es
fundamental, y que la madre desee más allá del hijo también. Cuando el niño no
divide, o cae como resto de la pareja parental o entra en una relación dual con
la madre que lo ubica en el fantasma materno.
Nuevamente la llegada de un hijo
a la vida familiar abre el interrogante sobre la posición de Marie con respecto
a este nuevo niño. Diane rezaba porque
este nuevo bebé fuera un niño, pensando en cómo su madre había recibido a
Nicolás, sería mejor para todos y de ese modo su madre estaría más feliz.
Nada salió como Diane lo imaginó,
su madre tuvo una niña. Al contrario de lo esperado no estaba desbordante de
felicidad, estaba exática, “…como una Virgen sujetando al niño Jesús “ Marie se
mostraba delirante de alegría, besaba al bebé como si fuera a comérselo,
parecía poseída, no dejaba de repetir cuanto la quería al punto de resultar una
escena de lo más obscena. "No era metáfora: el exceso de amor de Marie por
Célia evocaba el embeleso que experimentaban algunas santas del siglo XIII en
el momento de recibir la hostia. Era gula sagrada”
Retomo el texto de Tendlarz, en
el apartado La madre insaciable, dice que Lacan presenta en el Seminario 4 un triángulo hasta el
momento inédito. La armonía madre-hijo queda a un lado, afirma que la madre
nunca está a solas con el hijo: entre uno y otro siempre está el falo. Al identificarse con el objeto del deseo
materno el niño adquiere un valor fálico. El padre aparece aquí como otro
término. El falo en este seminario es definido como significado, posee un valor
imaginario que se introduce en la metonimia del deseo de la madre.
En el Seminario 5 aparece el término frustración, tanto para el niño como
para la madre. El niño es frustrado de su objeto madre y la madre privada de su
objeto, esto a través del padre. Esta privación es la que deberá aceptar o
rechazar el niño, y la que le determinará su lugar en la estructura.
La versión lacaniana de la madre
ya no es la de que sea “suficientemente buena” sino todo lo contrario, una
madre feroz, insaciable y amenazadora en su omnipotencia sin ley. Es lo insaciable de la madre lo que nos da la
pista de su posición como mujer, a su tratamiento particular de la falta. Lo
insaciable en el Seminario 4, lo voraz en el Seminario 5. “La madre es una
mujer a la que le suponemos ya en la plenitud de sus capacidades de voracidad
femenina”
Mariana Cairo
Esta obra literaria nos presenta una descarnada historia de amor filial con personajes que encarnan sus diferentes dramas y nos ayudan a pensar cuestiones tales como: el deseo femenino, la maternidad, el amor, el rechazo, el lugar del padre y la familia.
En esta oportunidad,
me interesa tomar el personaje de Marie (apodada la Diosa) y centrarme en el
rasgo particular de los celos; tanto los celos provocados para causar la
envidia de hombres y mujeres, como los celos generados por la presencia de su
primera hija, Diane; en tanto la lleva a negarle toda manifestación de amor.
Tomaré una cita de
la autora: “..Existía una alegría aún más potente: consistía en provocar los
celos de los demás. Cuando Marie veía como las chicas la miraban con dolorosos
celos, disfrutaba de su suplicio”. Los celos aparecen como un modo de goce que
la confirma como protagonista de la escena y centro de las miradas. Haciendo la
diferencia entre el envidioso que desea algo que no posee, y el celoso que teme
que le quiten lo que posee.
Esto me recuerda la
referencia de San Agustín que Lacan (en “Los complejos familiares en la
formación del individuo”) toma sobre el
pequeño celoso: “..No podía sin
palidecer, fijar su mirada en el amargo espectáculo de su hermano de leche”.
Enfatizando que “el yo se constituye al mismo tiempo que el prójimo en el drama
de los celos”. Está la predominancia de la mirada, los celos y la rivalidad que
generan los sentimientos de destrucción sobre el otro. En la novela, Marie fue siempre
una celosa de su hermana, a quien la hacia padecer a causa de esto. Los celos
por lo general, encuentran una salida a lo social transformándose en una fraternidad
(lo que yo no puedo tener que se distribuya a todos por igual).
Luego en el
desarrollo de la novela, Marie nos anoticia sobre su primer embarazo que
resulta ser una contingencia que pone
fin a su ilusión, a todo lo que ella se había imaginado. Dice textualmente: “Tengo veinte años y ya se acabó. Mi historia
solo ha durado seis meses”. Ella nos cuenta sobre el rechazo que siente por este
embarazo, solo consintiendo desde un lugar de deber, sin poder sentir nada
amoroso hacia el bebé.
Lacan en el
seminario de La Relación de Objeto, nos habla sobre cómo se articulan los
términos de la tríada: madre, falo, hijo. Postula que a la madre le falta el falo, y es
por esa falta que ella puede desear, pudiendo estar satisfecha, en la medida en
que algo se lo proporciona. Esto quiere decir ese hijo viene al lugar de falo
imaginario.
Marie no sintió
nada, ni decepción ni alegría. Olivier era el vivo reflejo de todas las
emociones que debería haber experimentado ella, éste toma a la niña y expresa:
-Eres la niña más hermosa que he visto en mi vida!. A Marie se le heló el
corazón.
Vemos como este personaje
narcisista, no puede sentir ninguna emoción por su maternidad. Más bien se
sitúa en el campo de la reinvidicación, pero sin posibilidad de satisfacción,
sino como una exigencia desenfrenada. Esta es la vuelta que nos permite hacer
Lacan a diferencia de Freud, que se situaba en la pérdida del objeto de amor. A
partir de esto, podemos tomar a los celos como la expresión de la exigencia
femenina de un significante que la represente. Los celos pueden ser sin límite,
sin medida, evidencian la ausencia del límite fálico que hace a la condición
femenina, y que la acerca a la erotomanía. La mujer celosa cree en el misterio
de La Mujer, a la que no cesa de dar consistencia con sus sospechas. Por tanto,
los celos están cada vez más del lado del goce femenino.
Los padres de Marie
comentan: “Tiene unos celos enfermizos de su hija... no manifiesta ninguna ternura
hacia la criatura”. Ellos sitúan los celos como la causa del desamor de Marie
hacia la pequeña.
Por tanto se puede
pensar en la posición de Marie como madre fálica, no mostrando su falta, ni
tampoco dando el don de su amor. En
tanto, el don es símbolo del amor y por medio de un acto, se da o no se da. En
esta historia se nos presenta a una niña que no obtiene de su madre, que
fundamentalmente la rechaza, ni de su padre que solo tenía ojos para complacer
a su mujer, un lugar en el deseo del Otro. La demanda de ser el falo de la
madre la ubica en una posicion de abandonada, excluida por el Otro.
Diane recordó las
palabras de su abuela: “para instaurar su reino, los celos no necesitan ningún
motivo”. Era verdad en el caso de su madre y también en el de Olivia!. Ambas
madres que sentían celos de sus hijas mujeres, Marie buscaba ignorarla, Olivia
la despreciaba. Pareciera que el espejo de esta relación les devuelve una
imagen desprovista de un ideal que lo vuelva amable, de una satisfacción
posible.
Los celos producen
la frialdad. La de Marie al enunciar: “ya no eres asunto mío, ahora dependes de
ti misma”. La de Diane que la conviertie en una criatura desencantada cuya
obsesión es no hundirse en el abismo. Los cuerpos se mantienen fríos, sin disfrute,
solo una vez conocieron el abrazo. Y el
corazón? gélido.
Por último, me interesa
plantear la incidencia del deseo femenino en la maternidad, ¿siempre tiene el
carácter de un estrago?.
Al respecto cito a
Lacan en “El reverso del psicoanal.” donde plantea que: “El deseo de la madre
no es algo que pueda soportarse tal cual... siempre produce estragos. Es estar
dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre. No se sabe qué mosca puede
llegar a picarle y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la madre... Hay algo
tranquilizador es un palo de piedra que está ahí en la boca y eso la
contiene (falo) por si de repente, se
cierra”. Sería la intervención paterna. Por tanto, podemos pensar que el
estrago es una consecuencia de la relación primordial con el deseo del Otro
materno en la constitución del sujeto.
La palabra que usa
en francés es ravage que signifca: estrago,
ruina, devastación. Pero también remite a “hacerse amar y hacer sufrir”. Esta ambivalencia
paradójica y a la vez, fundante nos
permite intuir que, la relación fascinante y devastadora que se establece con
el deseo de la madre, convierte al estrago materno en un asunto inherente al
ser hablante.
Por tanto, se puede
plantear al estrago materno como el reverso del deseo de la madre. Más allá de
la erotización del cuerpo y el investimento narcisista del niño, revela un
deseo de muerte que hunde sus raíces en lo real, al igual que el goce de la
madre ignorado por ella misma.
Como Dijo Pessoa: La
literatura es la prueba que la vida no alcanza.
En este tramo vamos a tomar acerca de los
diferentes padres que aparecen en la novela y las figuras masculinas. ¿De qué
lado han quedado ellos? Que papel han jugado en la vida para las elecciones de
trabajo, relaciones amorosas, etc. ¿Cómo han podido armar su vida con o a pesar
de ello? ¿Existió la función de padre? ¿O
más bien fue una carencia?
La paternidad no es
biológica, es siempre simbólica. Debe haber una mediación a través de la cual
un hombre, ya sea el genitor o no, reconozca a un niño como su hijo; y a la
vez, el hijo debe reconocer al padre como tal y consentir su paternidad. Es
necesario que el otro diga que sí, es necesario obtener su consentimiento.
La familia es un
invento, una novela que cada uno realiza.
El Nombre del Padre ordena, regula y prohíbe.
Es una función que acota. Un mensaje de interdicción. Enunciar, limita algo de
ese deseo sin ley más bien regido del capricho… Un capricho que sale del orden
y la razón.
Debería decir un “no”.
Diane acerca de su
padre decía: Era un buen padre … quería profundamente a sus tres hijos y les
demostraba su cariño. Pero sentía por su mujer un amor que lo cegaba: era
incapaz de ver sus defectos y los sufrimientos que le infligía a Diane.
Este hombre que solo tenía
ojos para su mujer, no veía nada mas
Aparece el marido de
la Profesora Olivia Aubusson, Stalislav.
Papa de Mariel, El mutismo lo tranquilizó en el acto. El acostado sobre
la cama, con los ojos abiertos y mirando el techo.
Un eximio investigador
matemático, No solía decir a su esposa ningún halago. Es un padre excelente. Lleva
a la escuela, vuelve a trabajar a casa y nunca se olvida de recogerla después
de clase.
Una esposa con una
carrera como profesora brillante.
La hija de ambos con
dificultades en la escuela, a la cual Diane se acerca a ayudarla.
El nombre del Padre no
es un ser, es un instrumento. Es un semblante, un significante que tiene la
ventaja de permitir que entendamos algo de la relación entre significantes y
significados. Es una función que puede
ser encarnada, pero a la cual uno se dirige.
Aquí el significante
del NP tacha el deseo materno y priva a la madre del objeto de su deseo (que
es el falo), la priva
de algo que ella no tiene. el que introduce la dimensión de la falta.
Diane tiene un
accidente Vio como un camión se le venía encima. .. no se apartó. extraña actitud de la
chiquilla El camionero la
atropelló. Olivier le dice: —Prométeme
que a partir de ahora irás con más cuidado.
Cuando su padre se
marchó, el doctor se acercó a examinar a la jovencísima paciente. ¿Quieres
vivir o quieres morir? —le preguntó con
una extrema gravedad. Sorprendida, Diane abrió mucho los ojos. Sintió que la
pregunta exigía una respuesta de verdad y se quedó pensando. Al cabo de un
minuto, dijo: —Quiero vivir.
Este médico que ella
logra escuchar. que trae de nuevo? ¿A qué lugar la ubica?
Sería médico.
Observando y escuchando a la gente con atención, sondearía su cuerpo y su alma.
Con una simple pregunta, había cambiado su destino, no solo porque ella había
decidido vivir, sino también porque por fin tenía un objetivo: ejercer la misma
profesión que aquel hombre.
Mis abuelos lo eran
todo para mí.
Su amiga Elizabeth,
que sus padres le dijeron serás como su hermana.
Personajes que la han
acompañado cambiando un recorrido
La metáfora paterna le habilita al sujeto una
relación con el deseo del Otro, en tanto que
le da al sujeto una
respuesta sobre qué quiere el Otro de mí, sobre qué soy en su deseo y así como
también le da al
sujeto la posibilidad de desear. El
padre debe encarnar la ley del deseo, a fin de actuar como mediador entre la
madre y el niño. Y esto será en relación al deseo materno, humanizando el deseo
materno.
Crear algo nuevo.
Es el Nombre del Padre
el que abre del lado de la madre un deseo más allá y habilita al niño a desear.
Lacan plantea que es
la madre la que puede permitir la entrada de esta palabra del padre.La madre
que produce estrago es la que impide este movimiento hacia .al padre
¿Cómo se las arregla alguien sin el nombre del
padre?
Y su hermana Celia la
pequeña resultó ser insoportable en el parvulario, porque estaba acostumbrada a
que nadie le pusiera límites. Ella decía: Mamá me quiere demasiado, nunca me
deja tranquila. Me enferman sus besos. Luego de grande se marchó, tuvo un hijo
al cual abandono con su madre. dejándole una carta: Puede que finalmente seas
para mi hija lo que nunca fuiste para las tuyas: una buena madre.
Recibir las marcas del
Otro como significantes lo que asegura al semi -decir: una posición en la que
el ser que habla esta subjetivado, no tanto por lo que dice, sino por el lugar
desde donde lo dice y por el lugar desde el que es oído. Decir que no hay palabras es decir que no todo está
dicho. No se trata de encontrar una nueva inscripción, sino que hay algo que se
tiene que construir
Entre la esfera y el rectángulo: una topología femenina
“Mi madre es una campesina urbana y yo soy la
hija de mi madre”. Las protagonistas de “apegos feroces” Se llaman madre e
hija, sin nombres propios. No son cada una sino el vínculo que han establecido.
“Nos damos cuenta de nuestra común
incapacidad y nos convertimos en lo que realidad somos: dos mujeres con inhibiciones sorprendentemente similares
unidas en virtud de haber vivido una dentro de la esfera de la otra casi la
totalidad de nuestras vidas” “Yo absorbía el tacto de sus palabras me empapaba
de cada gesto con los que las adornaba”
Como de costumbre la hija ha
quedado con su madre para caminar más tarde y decide salir sola “para dar una vuelta a mi aire”, evadiendo las
entrometidas interpretaciones de su compañía tan voluble. Entra a un museo y siente
emoción frente a las flores de los cuadros de Nolde. Como si nunca las
hubiera visto antes se le ocurre en relación a las flores: “un difuminado
intenso y exuberante” , intuye la pasión del pintor, la clara y terca
concentración del artista en el sujeto. Una imagen y un pensamiento: “el
espacio que hay en mi interior aumenta de tamaño . Ese rectángulo de luz y de
aire que hay en mi interior, donde el pensamiento se esclarece, el lenguaje
brota y la respuesta se vuelve inteligente, ese famoso espacio rodeado de
soledad, ansiedad y autocompasión se abre de par en par mientras contemplo las
flores de Nolde” Pero un detalle: logra desechar una frase que la había
incomodado y su espacio interno se mantiene expandido.
El rectángulo es un espacio
corporal. Por momentos se agranda y por otros se achica. Por momentos se ve
amenazado y por otros siente que nada puede tocarla, se siente a salvo, libre.
Pero cuando pierde la batalla del pensamiento, el espacio se estrecha y el aire
se contamina. Le cuesta respirar
Cada vez que va al encuentro
de madre, “el piloto que hay en su interior empieza a
parpadear, Sus muros se derrumban hacia adentro. Se le corta la respiración” Dice
la hija: “Sentía que la energía se evaporaba de mi cuerpo”
Nos cuenta que durante el segundo año de su matrimonio, el espacio
rectangular hizo su primera aparición en su interior. Eso la precipitaba a
escribir.
“De pronto me di cuenta de que una imagen se había adueñado de mí:
vislumbré con claridad su forma y su contorno. Las frases intentaban ocupar la
forma. La imagen era la totalidad de mi pensamiento. En ese instante, sentí que
me abría en canal. Mi interior se vació para dar cabida a un rectángulo de aire
limpio y espacio despejado, que comenzaba en mi frente y terminaba en mis ingles.
En el centro del rectángulo, solo mi imagen, esperando con paciencia para
depurarse. Experimenté gozo cuando supe que nada más podría igualarlo. Ningún
«Te quiero» del mundo podría tocarlo. Dentro de aquel gozo me sentía segura y
erótica, emocionada y en paz, a salvo de cualquier amenaza o influencia.
Comprendí todo lo que necesitaba comprender para poder actuar, vivir, ser”.
Un rectángulo, un espacio corporal, que no la llevaba al encuentro
del amor, no obstante, impulsaba su deseo por la escritura. “Lo amaba, de verdad lo amaba. Pero hasta
cierto punto. Más allá de ese punto había algo opaco en mí que no cedía. Podía
ver la opacidad. Podía palparla y saborearla”.
Sus fracasos con los hombres, plagados de inhibiciones, evasiones
e insatisfacción la llevan hasta la consulta con una terapeuta quien interviene
con un sentido a favor de un determinado ideal de mujer, la mujer casada, debe
trabajar y amar, según las dos identificaciones entre las cuales se deslizó
toda su vida, su madre y Nettie.
Un momento clave, apenas fallecido el padre, la hija toma una
decisión que la marcará, internándola en la esfera.
Luego de un encuentro
confuso y pleno de erotismo con Nettie,
el terror apareció en forma de hormigueo. “ Si me internaba en la oscuridad con
ella seríamos dos niñas solas. Los ojos de Nettie se volvieron opacos”. Corrió
junto a la madre. “Dejé que mamá me estrujase contra su cálido regazo. No me
resistí. Mi sitio estaba con mamá. Con ella la cosa estaba clara: me costaba
respirar, pero me sentía segura”.
Es la esfera el espacio que se habita en el estrago? Es el rectángulo
un vacío, como modo de gozar en femenino?
Las mujeres y el amor
Mariana Cairo
En esta obra
literaria me interesa abordar la temática del amor, en tanto se presenta de modo
singular para cada personaje femenino que protagoniza la trama, la relación con
el objeto amoroso de cada una podría considerarse en tanto, ideal sea como
salvación o destino en la vida de una mujer, como lo imposible, o también como lo
que no satisface.
Siguiendo a Mercedes
de Francisco en su libro Un nuevo amor podemos decir que, la palabra anuda a
los cuerpos de hombres y mujeres con sus distintas formas de gozar, pero vuelve
imposible cualquier intento de complementariedad sexual. Por eso Lacan nos
habla de la relación sexual imposible, pero no de un amor imposible. El amor es
la suplencia de esta inexistencia, por eso tras la puerta del amor nos
encotramos con la imposibilidad. ¿Qué nos lleva a elegir o a encontrarnos unos
con otros? ¿Es posible que pueda surgir un amor distinto al que experimentamos
anteriormente?. Fundamentalmente uno, que no se aliene en las improntas
familiares, o que tienda al todo de la unión sin falla.
En el personaje de
la madre se observa como ella es obligada por su marido a renunciar a su trabajo,
que es considerado muy importante para ella, frente a la aparición de la maternidad.
Ella se vuelve ama de casa y devota hacia la vida de casada, distinguiéndose
frente a las demás mujeres como la felizmente casada. Cito un párrafo: “Él le
pasaba el brazo por la cintura y ella se agarraba a él, como si le fuese la
vida en ello, se aferraba como a un bote salvavidas y miraba a su alrededor
para que todo el mundo viese lo feliz que era con su esposo”.
Dice la
protagonista acerca de la transmición que le hace su madre: “No existía el amor
como tal, solo el Amor. Un sentimiento elevado, de naturaleza espiritual y
tinte moral. En la vidad de una mujer lo
más importante era el amor”. Funciona como ideal y destino.
En esta cuestión encontramos
diferencias entre los personajes: La madre se presenta como aquella que posee
el amor de un hombre, el don del amor. La protagonista nos dice: “El amor que le profesaba mi padre, no
sólo compensaba el hastío y la ansiedad que sentía mi madre, sino que era la causa de ambos”. (p.20) Por
eso tras la muerte del marido guardar luto se convirtió en su ocupación, su
identidad. La vida perdió sentido, se volvió insoportable sin su amor.
Nettie, la vecina que
soñaba con novelas rosas donde un hombre venía a salvarla o encontraba dinero
que ponía fin a sus problemas. Pero en su vida ella se mantenía a resguardo de
una relación amorosa, buscaba sin cesar gozar con los hombres, pero no amarlos.
Y luego la
protagonista que nos dice que nunca fantaseaba ni con dinero, ni con amor, sino
que su sueño era dar discursos elocuentes que movieran a miles de personas a
sentir la vida y a actuar(p.39). Su sueño era ser una mujer activista, comprometida
en la lucha y debate de ideas. Con esta disyuntiva se nos presenta: hacer algo
en contraposición a la vida vacía de su madre, pero sin poder renunciar a ese
ideal de un amor absoluto.
“Todas éramos
estrellas o gruopies”- refiere-. Las primeras se sublevaban contra el destino
impuesto, pero no podían apartarse de él,
las otras aspiraban a conseguir marido y seguir los mandatos. Ella
quería ser estrella; en tanto, su madre le reprochaba: “ ¿Por qué no eres capaz
de encontrar a un buen hombre que te haga feliz?”.
Esta pregunta por
el partenaire resulta muy interesante para situar, con quién ella juega su
partida.
La protagonista
sostiene que se las arreglaba para encontrar hombres con los que nunca
alcanzaba la satisfacción plena y solo si el control recaía de su lado podía
sentir amor, aunque toma el sesgo de una decepción. Esto es señalado por su
marido Stefan, que le dice que da igual
lo que haga porque nunca le va a parecer bien, sintiendo que él no es el
adecuado.
De allí podemos
tomar la definición de Lacan sobre el amor como “dar lo que no se tiene”, lo que
supone que la demanda de amor de uno se dirige al “no tener del otro”,
paradójicamente. La demanda “ámame” no se dirige a nada de lo que el otro
podría tener. Se dirige al otro en su indigencia y requiere del otro asumir esa
indigencia.
Por eso el amor supone
el encuentro en el partenaire de los síntomas. Sabiendo que en ningún caso el
Otro es el partenaire fundamental del sujeto, ni la Otra persona. Muy por el
contrario, es algo de si mismo: su imagen, su objeto a, su plus de gozar y
fundamentalmente, el síntoma.
Una mujer no logra
soportar lo que dice su hombre, su parteneire de la vida; así como tampoco
logra soportar lo que dice su madre.
El parteneire tiene
muchos rostros, es multifigural y es una instancia con la cual el sujeto está
ligado de una manera esencial. Por un lado no lo soporta, por otro goza
repetitivamente de eso, por eso tiene el parteneire tiene estatuto de
síntoma.
La protagonista nos
cuenta que la relación con su madre no es buena y que tiene la sensación de que
empeora con el tiempo. Describe: “Estamos atrapadas en un estrecho canal de
familiaridad, intenso y vinculante”. (p10). Pero su madre le hace saber que su
destino es vivir sabiendo, “que no bastas para sanar mi vida de sus carencias”.
Entonces al sujeto le cabe la
responsabilidad de su goce, en tanto cada una eligió quedarse y en el caso de
la hija, seguir esperando el reconocimiento.
Un paseo por Manhattan….
Carolina Saldivia
Vivian Gornick nació en el Bronx
en 1935, en un hogar pobre y obrero, hija de padres socialistas; graduada de la
Universidad de Nueva York en el año
1960. En 1969 llegó a la redacción del Semanario alternativo The Village Voice
donde narró las sacudidas del feminismo radical. El periodismo que ejercía
hablaba desde las barricadas del movimiento, y con atinada puntería supo
trasladar esa visión a la crítica literaria.
Gornick escribe sobre sus experiencias
de vida, que relata en primera persona. Una de sus obras de referencia es
Apegos feroces; publicado en español 1996, considerada un clásico del
memorialismo estadounidense. En la obra
reconstruye su infancia en un bloque de edificios de familias judías del Bronx
junto a dos viudas que marcan su vida. Su madre, una mujer terca e inteligente
que dedica toda su energía al cuidado de su familia, coloca al amor en el
centro de su existencia renunciando a cualquier otro ideal; pero que ante la
prematura pérdida de su esposo se sume en un amargo e interminable duelo. Por
otro lado Nettie, la joven vecina apasionada, inexperta y dependiente, viuda y
madre de un niño pequeño, que sólo se siente segura frente a los hombres, se
sabe sensual; frente a la viudez toma el camino contrario encontrando en el
sexo una herramienta de poder. Estas
figuras protagónicas son las que representan modelos que Gornick desea y
detesta encarnar y que son los que determinaran su relación con los hombres, el
trabajo y otras mujeres durante el resto de su vida. Los recuerdos infantiles se intercalan con
fuertes discusiones entre una Gornick adulta y su madre ya anciana en sus
paseos semanales por Manhattan; paseos colmados de reproches, recuerdos y
complicidades, en los que se puede leer la lucha de una hija por encontrar su
propio lugar en el mundo.
En una entrevista que le
realizaron en un diario español Vivian dice
“ Me sorprendió cuántas personas con vidas tan diferentes a la mía se
enamoraron de mi libro y se vieron identificadas. Lo tomé como un logro. Si
bien eran los primeros días del feminismo y me pedían hablar sobre madres e
hijas, yo no quería, quería hablar de mi madre y de mí como hija. ”
La segunda ola del feminismo en
Estados Unidos comprende desde principios de la década del 1960 hasta los años
1980. El movimiento tuvo una importante influencia en el mundo occidental
impulsando un reclamo en torno a los derechos más allá del derecho al voto
reclamado por anterior movimiento sufragista de la llamada primer ola. Es dentro
de este desarrollo del pensamiento feminista que podemos ubicar esta obra,
nueva ola del feminismo que incorpora al
debate temas tales como la sexualidad, la
familia, el trabajo, los derechos reproductivos, las desigualdades de facto y desigualdades
legales. Esta segunda ola también llamó la atención sobre los
problemas de la violencia doméstica y la violación conyugal, creó
centros de acogida y refugios para mujeres maltratadas e introdujo cambios en
las leyes de custodia y divorcio. Se crearon "librerías de mujeres",
uniones de crédito y restaurantes como los espacios de encuentro clave y
motores económicos del movimiento.
Los feminismos no son nuevos, son
signos de la época de lo que se ha dado en llamar desde hace ya mucho tiempo
del Otro que no existe.
“La época enmarca modalidades de
goce que nos interrogan e invitan como psicoanalistas del Nuevo siglo, a hacer
el esfuerzo epistémico, clínico y político, de responder con las herramientas
que están al alcance del psicoanálisis….
” Paula Rodríguez Acquarone, Flores malsanas, en Feminismos, Variaciones
y controversias.
“El psicoanálisis desde sus comienzos se ha interesado por la
femineidad. Iluminó la dificultad tanto
para las mujeres como para los hombres
de identificarse con lo femenino en tanto es un enigma para el parletre. La femineidad es algo a
inventar. Cada uno se la inventará a su modo. Modo que irá de la mano de esa
manera de gozar. ”
Cito a Raquel Vargas en su texto
Feminismo (s) y Psicoanálisis, ¨ Las diferentes formas del feminismo trazan una
acción política. Se trata de un movimiento que surge en la civilización. La misma que desde sus
comienzos trató de controlar a las mujeres. Fueron ellas las que hablaron y
soñaron con sus cuerpos el conflicto que suscita la sexualidad y la disyunción
de la función reproductiva. Freud las escuchó y a partir de ahí fundó un discurso, el del inconsciente. ¨
Claudia Ryng
Mamá ¿alguna vez se te ha ocurrido preguntarte porque te quedaste callada cuando Sol intento seducirte?
Guardar luto por papá
se convirtió en su ocupación, en su identidad, ante el mundo.
Tu madre idealizó un
matrimonio y cuando este la dejó… Rellena tú el espacio en blanco.
La cocina, la ventana y el callejón. Ahí dentro resultaba lista, graciosa y enérgica;
podía ejercer su autoridad y causar impresión. Sabía que existía otro mundo —el
mundo—, y a veces pensaba que quería ese mundo.
«Créeme, si no
quisiera a tu padre», o, «Créeme, si no fuera por el amor de tu padre». Hablaba
abiertamente de lo mucho que había odiado dejar de trabajar tras su boda.
Pequeños fragmentos que describen el personaje
de la madre, un silencio que fue cubriendo momentos de su vida. La juventud, el
mundo laboral, su independencia, sus luchas ideológicas. Un silencio que fue
callando sus deseos. Convertirse en una excelente ama de casa fue la salida que
pudo encontrar, y asi intentar darle un brillo a su opaca vida.
El deseo posee un
carácter problemático y ambiguo, tiene que ubicarse entre el llamado a la
satisfacción y la demanda de amor. No es fácil para el sujeto separarse de su
propia demanda, de la que se hace a sí mismo como sujeto. Esta no es más que
demanda del Otro que ha sido internalizada y le impide el acceso a su deseo.
Para la hija la maternidad no fue un motivo
suficiente de afirmación para su existencia.
Nettie, como pronto se comprobó, no tenía dotes de madre. Muchas mujeres
carecen de ellas.
La mujer se define más allá de la madre, sin embargo, en muchos casos la maternidad consumaba a la mujer. Para Freud elaboraba su Edipo la sexuacion femenina se consumaba en la maternidad. Para Lacan el lugar de la madre es un lugar de goce con un objeto.
La feminidad se escurre, se escurre del
significante, se escurre del falo, se escurre del campo del Otro. ¿Qué es lo
que ella esconde? Hay algo indecible que se hace presente. La histérica cede la
posición femenina a alguna otra mujer que encarna para ella el misterio de la
feminidad.
Para Freud la anatomía no es solo el destino
donde confluyen las identificaciones del hombre y la mujer, es un obstáculo que
escapa de la sexualidad y que, en el caso de la mujer, se presenta bajo el
signo de un indecible malestar
“Durante un año se
portó bien —solía señalar—. Y luego se puso a hacer la calle” (sobre Netie)
“La consideraban
provocativa, sugerente y tentadora. No
es lo que lleva puesto, comentaba una vecina, es cómo lo lleva. No es lo que
dice, sino cómo lo dice. No es la cara que pone, es la cara que tiene. Ninguna
de las mujeres del barrio caminaba como ella. “
La vida sexual de una mujer encierra aun un
problema y un enigma; es el modo de decir que hay un imposible de saber
referido a la sexualidad femenina. La feminidad se escurre, se escurre del
significante, se escurre del falo, se escurre del campo del Otro. En cada
recorrido femenino, encontramos esta búsqueda de lo que lo es o lo tiene.
La feminidad no hay
manera de ubicar en ninguna parte, constituyendo un verdadero enigma. El sujeto
histérico se caracteriza por no encontrar un lugar en el mundo.
Nettie despertaba un
interés para la madre como la Otra (mujer). ella si sabe aceptarse como objeto
de deseo y de goce de un hombre. Y ella cree como en la histeria que esta Otra
mujer tiene la respuesta a que quiere una mujer?
AUKIN-"Charla abierta a la comunidad" 2022
La familia conformada en sus diferentes modalidades actuales no deja de transmitir ideales, identificaciones sexuales y algo del orden del significante de la prohibición y de una satisfacción. Nace así la familia entre prohibición y satisfacción. En este sentido, cada ser hablante es siervo del secreto del goce familiar. M. Bassols.